¿Te has resignado a vivir con ansiedad y mal estar?

Vamos a cambiar eso

En septiembre de 1666, una chispa en una panadería de Londres desató uno de los mayores incendios urbanos de la historia.

En pocas horas, el fuego se extendió sin control. Las llamas consumieron casas, iglesias, mercados. La ciudad entera parecía venirse abajo.

Durante días, el humo cubrió el cielo. Las personas corrían sin rumbo, tratando de salvar lo poco que podían. No había control. Solo caos, miedo, y una sensación de que todo estaba perdido.

Pero cuando por fin se apagó el último rescoldo, algo empezó a cambiar.

Londres se reconstruyó.

No como antes, sino mejor. Con calles más amplias, sistemas de agua más seguros, y estructuras pensadas para prevenir lo que había pasado.

El incendio no fue el final. Fue el inicio de una mejor ciudad. 

No sé tú, pero a mí la ansiedad me recuerda bastante a eso.

Al principio, parece una chispa sin importancia: una preocupación, una tensión en el pecho, una sensación rara. Pero de pronto, todo arde por dentro.
Tus pensamientos se descontrolan, el cuerpo reacciona como si estuvieras en peligro, y lo único que quieres es huir o apagarlo todo.

Es como si tu mundo, tal y como lo conocías, empezara a tambalearse.

Y sin embargo, también hay algo poderoso en esa crisis: la posibilidad de reconstruirte desde otro lugar.
De conocerte mejor, de darte lo que antes te faltaba, de construir una vida más alineada contigo.

La ansiedad no es cómoda, ni sencilla. Pero sí puede ser el punto de partida hacia una transformación profunda.

¿Y si esta fuese tu oportunidad?

El gran problema de la ansiedad

En los últimos años, los problemas de salud mental han crecido de manera alarmante en todo el mundo. Millones de personas lidian cada día con la ansiedad buscando alivio de todas las formas posibles.

Ejercicio, medicación, redes sociales, agendas llenas… Y durante un tiempo, parece que algo funciona. La mente se calma un poco, el cuerpo se relaja, y hay un atisbo de esperanza: quizás esta vez sí.

Pero entonces, sin aviso, la ansiedad vuelve. Más intensa. Más confusa. Esa sensación de estar atrapado en un ciclo del que no sabes cómo salir.

Cantidad mundial de personas con ansiedad, de 1990 a 2019

Fuente: IHME, Global Burden of Disease (2019)

Pero, ¿qué es realmente la ansiedad?

La ansiedad no es simplemente “estar nervioso”. Tampoco es una debilidad de carácter, ni algo que puedas resolver diciéndote “todo está bien”.

Desde la neurociencia, hoy sabemos que la ansiedad es el resultado de un sistema de alerta hiperactivado, una especie de error de predicción del cerebro.

Tu mente interpreta que algo malo está por pasar… aunque no haya ningún peligro real.

Y no lo hace porque estés loco. Lo hace porque tu cerebro está tratando de protegerte. Solo que está usando estrategias antiguas, automatizadas, que aprendió en momentos donde tal vez sí hubo una amenaza o un gran malestar emocional.

La buena noticia es que esos patrones se pueden cambiar.

No se trata de “luchar contra la ansiedad”, sino de comprender cómo funciona tu sistema, para empezar a relacionarte con él de forma distinta.

A veces solo necesitamos comprendernos mejor para empezar a estar bien

Observa atentamente la siguiente imagen...

A lo largo de tu vida, tu mente ha creado conexiones que dan forma a cómo piensas, sientes y actúas. Algunas te ayudan, otras—sin darte cuenta—te alejan de lo que realmente necesitas.

Una parte importante de mi trabajo es ayudarte a descubrir esos patrones invisibles.

¿Recuerdas la imagen de antes? ¿Y si te digo que hay algo de lo que no te has dado cuenta, pero que siempre ha estado ahí?

No se trata de eliminar lo que sientes, sino de aprender a gestionarlo para que en lugar de interferir en tu vida, pueda ayudarte a avanzar.

No se trata de eliminar lo que sientes, sino de aprender a gestionarlo para que en lugar de interferir en tu vida, pueda ayudarte a avanzar.

¿Y cómo haremos eso?

Hoy sabemos, desde la neurociencia, que el cuerpo guarda muchas de las respuestas que la mente no puede procesar sola. Por eso, si solo intentas “entender” la ansiedad desde la mente, puedes quedarte atrapado en un bucle.

No trabajamos solo con tus pensamientos, sino también con las sensaciones, el cuerpo y las partes más profundas de ti que a veces no tienen palabras, pero sí mucho que decir.

Y no te preocupes: no se trata de revivir traumas ni forzar procesos. Todo lo contrario. Vamos paso a paso, desde la seguridad, trabajando solo con aquello que tú sientas que puedes sostener.

Empezaremos a generar recursos concretos para que puedas gestionar la ansiedad y enfrentar los desafíos diarios. No se trata solo de conversar, sino de proporcionarte herramientas y ejercicios adaptados a tus necesidades.

Voy a:

No voy a:

Trabajar contigo para crear una dinámica personalizada que encaje contigo

Diagnosticarte o hacer un enfoque basado etiquetas o enfermedades

Cuidar el ritmo en el que te sientas seguro para abrirte

Presionarte para que me cuentes cosas que no sientas que sea el momento de contarme

Acompañarte en la toma de consciencia de lo que te sucede y a transitar los cambios

Juzgarte por cómo te sientes, por lo que piensas, lo que haces o has vivido

Ser honesto y claro contigo en cada paso del camino

Decirte cómo tienes que vivir tu vida

Voy a:

Trabajar contigo para crear una dinámica personalizada que encaje contigo

Cuidar el ritmo en el que te sientas seguro para abrirte

Acompañarte en la toma de consciencia de lo que te sucede y a transitar los cambios

Ser honesto y claro contigo en cada paso del camino

No voy a:

Diagnosticarte o hacer un enfoque basado etiquetas o enfermedades

Presionarte para que me cuentes cosas que no sientas que sea el momento de contarme

Juzgarte por cómo te sientes, por lo que piensas, lo que haces o has vivido

Decirte cómo tienes que vivir tu vida

¿Quién soy?

Me llamo Xavi y mi camino hasta aquí ha sido desafiante, pero profundamente gratificante. Cuando aún estaba en la escuela, viví experiencias que me marcaron a fuego, despertando en mí un interés profundo por la mente humana porque yo también he estado ahí, dónde estás tú.

Yo también me sentí perdido en su momento, y acudí a la terapia para encontrar paz y calma. Me brindó ese espacio de exploración e introspección y me permitió sanar. Desde ahí, pude abrazarme y mejorar la relación conmigo y con los demás.

Desde hace muchos años me apasionan dos cosas que, a simple vista, parecen opuestas, pero que en realidad se complementan profundamente: la ciencia y el arte.

La ciencia me fascina. Especialmente la neurociencia, una disciplina que me toca muy de cerca. Me interesa comprender cómo funciona el cerebro, cómo sentimos, cómo cambiamos. Por eso, todo lo que aplico en terapia pasa por ese filtro: tiene que tener sentido desde lo que sabemos sobre el funcionamiento de la mente.

Al mismo tiempo, el arte ha sido siempre otro gran motor en mi vida. Me encanta bailar, actuar, hacer música, pintar… cualquier forma de expresión que permita ser sin tener que reprimirse. El arte, para mí, es un espacio donde puedes vivir sin juicio. Y por eso puede ser tan sanador.

En consulta, he encontrado un lugar donde estos dos mundos se abrazan: donde la ciencia guía, y el arte da vida. Donde entender lo que pasa es tan importante como permitirse sentirlo. Esa combinación me permite acompañar procesos desde la razón y la emoción, desde la estructura y la intuición.

¿Y cúal es el coste?

Presencial

Sesión de 1 hora
60
  • Comoda
  • Personalizada

Online

Sesión de 1 hora
50
  • Comoda
  • A tu manera

¿Por qué NO deberías ir a terapia?

A veces, la terapia no puede ayudarte. No porque no funcione, sino porque esperas algo que la terapia simplemente no es.

Esperas una píldora mágica

Si buscas un cambio radical en unas pocas sesión, te vas a frustrar. El cambio real necesita tiempo.

No quieres sentir incomodidad

Aquí vamos a entrar en emociones que a veces duelen o incomodan. Sanar no siempre es cómodo, pero sí transformador.

Esperas cambiar sin cambiar nada

Deseas resultados distintos, pero te aferras a viejos patrones. La terapia te invita a experimentar y actuar de forma nueva, aunque dé vértigo

Esperas que las herramientas sean LA SOLUCIÓN

Las herramientas psicológicas no hacen el cambio solas. Son solo un apoyo.

Preguntas Frecuentes

No hay una duración fija, porque cada persona es distinta y viene con historias, ritmos y necesidades diferentes.
La duración depende de muchos factores: el tipo de problema que se quiera trabajar, cómo está afectando en el día a día, los objetivos que nos planteemos, e incluso aspectos como la personalidad o las circunstancias actuales.

Lo que sí te puedo decir es que, en la mayoría de casos, en unas 10 sesiones (a veces más, a veces menos), ya suele notarse un cambio relevante. A veces, con solo unas pocas sesiones, ya se puede empezar a sentir alivio, más claridad o una nueva forma de mirar las cosas. En otros casos, el cambio puede llevar más tiempo, especialmente si estamos trabajando heridas profundas o patrones muy arraigados.

Lo importante no es ir rápido, sino ir a tu ritmo.
El proceso terapéutico no siempre es lineal: hay avances, retrocesos y momentos de duda. Pero con compromiso y apertura, los resultados llegan para quedarse. 

No se espera que llegues sabiendo cómo “hacer terapia”, ni que tengas todo claro. Solo que vengas con una actitud abierta, dispuesto a explorar lo que te pasa, incluso si a veces no sabes ponerlo en palabras.

Lo más importante es tu compromiso con el proceso. Habrá momentos incómodos, dudas o días en los que no te apetezca explorar ciertas facetas de tú experiencia. Y eso también forma parte del camino.
Se espera que vengas con honestidad, no hacia mí, sino hacia ti mismo. Que te permitas sentir, cuestionarte, y que poco a poco vayas tomando un papel activo en tu propio cambio.

La terapia no es algo que “te pasa”. Es algo que tú construyes, con mi acompañamiento.

No. Ese es uno de los grandes mitos sobre la terapia.
No necesitas estar al límite para pedir ayuda. De hecho, muchas personas vienen porque quieren conocerse mejor, gestionar mejor sus emociones, mejorar sus relaciones o tomar decisiones importantes en sus vidas.

Ir a terapia no es una señal de debilidad ni de “estar mal”. Es una forma de cuidarte, de escucharte y de crecer.
Igual que vas al médico cuando algo te duele, también puedes venir cuando algo emocionalmente no encaja, aunque no sepas muy bien qué es.

La terapia es tanto para sanar como para evolucionar.

No pasa nada. Es completamente normal.
Muchas personas llegan a la primera sesión con esa sensación de no saber por dónde empezar. Y está bien. No necesitas tenerlo todo claro ni saber exactamente qué decir.

Parte de mi trabajo es ayudarte a encontrar las palabras, hacerte preguntas que te orienten y crear un espacio en el que te sientas cómodo para ir abriéndote a tu ritmo.

A veces, simplemente empezar por decir “no sé por dónde empezar” ya es un comienzo. Lo importante es estar dispuesto a escucharte.

Cada sesión suele durar alrededor de una hora. A veces puede extenderse un poco más, dependiendo de lo que estemos trabajando ese día.

En cuanto a la frecuencia, lo más habitual al inicio es venir una vez por semana. Eso ayuda a crear un ritmo constante y un espacio seguro donde el proceso pueda desarrollarse con continuidad.

Con el tiempo, y según cómo te vayas sintiendo, podemos ir ajustando la frecuencia: cada dos semanas, una vez al mes… o lo que mejor se adapte a tu momento y necesidades.

Esta es mi propuesta de trabajo, pero siempre estoy abierto a adaptarla. A veces, por el contexto o por lo que esté ocurriendo en tu vida, puede tener más sentido una frecuencia diferente. Lo importante es que el proceso tenga sentido para ti.

Muy fácil. Puedes escribirme a través del formulario de contacto de esta web, por email o por WhatsApp (650901882). Te responderé lo antes posible para coordinar día y hora.

Si es tu primera vez, no te preocupes: te explicaré todo lo necesario y resolveré cualquier duda que tengas antes de empezar.

Estás dando un paso importante, y estoy aquí para acompañarte.

Es totalmente normal. Empezar terapia puede generar incomodidad, nervios o incluso dudas sobre si es el lugar adecuado. Estás abriéndote, hablando de cosas personales… y eso lleva tiempo.

Mi intención es que te sientas seguro y respetado desde el primer momento, pero también sé que la confianza no se fuerza: se construye poco a poco.
Puedes compartir cómo te vas sintiendo en cada momento, incluso si algo no te cuadra. Todo eso forma parte del proceso, y hablarlo también es importante.

No hay una fórmula exacta, pero suele sentirse.
Muchas veces, lo notas porque los motivos que te trajeron ya no pesan tanto, te sientes más en calma, con más claridad o herramientas, y sobre todo, más capaz de sostenerte a ti mismo/a en los momentos difíciles.

En general, vamos hablando de ello juntos. La decisión no es abrupta ni se impone: es algo que se va construyendo y sintiendo en el proceso.

Y si más adelante necesitas volver, el espacio siempre estará abierto para ti. Terminar la terapia no es cerrar una puerta, sino haber recorrido un tramo importante de tu camino.

Cómo profesional, no trabajo en base a diagnósticos. Eso no significa que no sean útiles, por supuesto que lo son, y hay casos en dónde son necesarios. Simplemente, en mí caso, trabajo sin necesidad de diagnósticar.

Si buscas un diagnóstico, puedo ofrecerte una derivación.

¿Todavía tienes alguna duda?

¿Dónde Estoy?

DIRECCIÓN:

Ronda de St. Pere, 11, 1º- 1ª

08010 Barcelona

CONTACTO:

[email protected]

+34 623 912 412